Si prefieres escuchar a leer, puedes hacerlo en el episodio “Soltando mi identidad” en Spotify. 🙂
Hace unos meses me pasó algo que me hizo dudar de gran parte de mi identidad. Eso que me pasó fue el detonante pero también hubo otras cosas, una importante fue que de pronto me encontraba renegando mucho 😠, comencé a sentir una emoción nueva o al menos que no había sentido en aaaaaños, porque supongo que de niña sí la sentía, que era el E N O J O. Y estoy aprendiendo a comprenderlo y a decirle un ratito ✋, recuerda que esta persona que tengo al frente no tiene por qué tragarse mi enojo, ni yo tampoco.
Sin enojo pienso con más claridad, no me tengo que tomar todo tan en serio, vamos a divertirnos un poco y soltar.
Estas dos situaciones podríamos decir que estaba dentro de mi sombra. ¿Qué es la sombra? La sombra es esa parte de nosotros que escondemos del resto, que nos avergüenza y que muchas veces negamos. Puede ser inseguridad, envidia, vanidad, soberbia, egoísmo…
No es algo negativo, todos lo tenemos, es parte de quienes somos. Podemos reconocerlo y así vivir una vida más plena. Si dejamos que actúe desde el subconsciente tal vez afecte en muchas partes de nuestra vida, nuestras decisiones y nuestras relaciones y ahí se vuelve poco saludable. Al hacerlo consciente nos permitimos abrazarla, sostenerla, integrarla y quitarle un poco su poder sobre nosotros. Y sentirnos más plenamente nosotros.
Estoy aprendiendo a integrar mi luz y sombra.
Tal vez el hecho de encontrarme con sombras solo signifique que existo, que soy real. A veces la sombra está delante de mí y la veo clarito y otras, está atrás y me olvido de que existe. Esta sombra me hace darme cuenta de que hay una luz más grande que impacta en mí. Y mientras haya luz, seguiré caminando, y viendo cómo esta sombra se va transformando conmigo.
Entonces
Me estaba transformando y me dolía un poco porque ¿eso significaba que estaba perdiendo otras partes de mí? ¿podría regresar a sentirme como antes? Y me chocó un poco también porque creo que toda mi vida he tenido una reputación que cuidar. Ni siquiera es que me lo decían todos todo el tiempo pero me lo dijeron suficiente para que me lo creyera y lo volviera parte de mí. Tal vez sí me lo dijeron mucho.
Eran etiquetas como: La buena, la santa, la tranqui, la alegre. Y creo que una parte de mí se cansó de vivir bajo esas etiquetas pero al mismo tiempo sí siento que son parte de mí, genuinamente. Pero la etiqueta más esencial creo que es la de H U M A N A. Porque nos pasamos la vida poniendo etiqueta a todo y yo me pregunto:
¿Siento mucho o solo soy humana? ¿pienso mucho o solo soy humana? ¿tengo múltiples personalidades o solo soy humana? ¿he cambiado o solo soy humana?
Entonces tenemos estos cambios: lo que hice que fue algo que no se esperarían de mí, el enojo y ahora le sumamos la idea de no corresponder al estereotipo de mujer adulta. (¿?)
Para mí ser adulta venía con sentirse empoderada, con ser sexy, con ser líder y guapa, con estar siempre ocupada, con hacerte escuchar, incluso creo que con el enojo. Porque lo que veía en la calle al crecer eran adultos renegando. Muchas veces. Y todos estos referentes se me quedaron en el subconsciente y cuando ahora, a mis 27, soy adulta y no me identifico con nada de eso o con muy poquito, digo ¿qué hice mal? Pero estoy entendiendo que yo puedo crear mi versión adulta y puedo, incluso si me ayuda, buscar referentes alineados con esa versión que quiero ser. ¿Por qué esto me suena a Barbie? ¡Tú puedes ser, la adulta que quieras ser!
Y eso es emocionante: ¡seguir conociéndome y ver cómo seré en los próximos años! Es súper chévere porque siento que al conocer más partes de mí entiendo mejor a las personas, realmente creo que somos pedacitos de todos.
En conclusión, con todo lo lindo y feo de la vida, con todos los cambios y emociones que quedan por vivir, aún ni siquiera he terminado de conocerme. Y es algo que me emociona, quiero decir, cómo seré yo como mamá, cómo seré como tía, cómo seré cuando haya avanzado más en mi carrera, hay muchas etapas que vienen y lo rico es que nos toca experimentar la vida en sí misma y con los que nos rodean pero también con nosotros mismos, con nuestras luces y sombras.